¿Cómo afecta el calor a la salut mental?

Habitualmente el calor repercute positivamente en las personas, causando mejor humor y animando a salir de casa. Sin embargo, cuando las temperaturas exteriores son muy elevadas, el cerebro se altera. No conocemos en profundidad qué le ocurre, pero todos los expertos coinciden en señalar que el calor extremo es dañino para la salud mental volviéndonos más irritables, más agresivos y más estresados. 

El aumento de la temperatura ambiente conlleva un aumento de la temperatura corporal y hace que entren en acción diferentes mecanismos compensadores. Por un lado, aparecen mecanismos como la sudoración, la vasodilatación y la hiperventilación y, por otra parte, el centro termorregulador, situado en el hipotálamo, estimula la sed y la necesidad de disipar el calor. 

Aunque los desarreglos de salud mental pueden depender mucho de otros factores distintos a las temperaturas, se ha constatado que los servicios de urgencias de los hospitales ven como aumentan las visitas por problemas de salud mental en los días más calurosos del verano. 

¿Cómo nos influye el calor?

Influye en muchos más aspectos de los que imaginamos, ya que cuando las temperaturas son muy elevadas, además de los cambios físicos que ya conocemos como insolación, rojeces, quemaduras, etc., también a nivel psíquico se manifiestan muchas alteraciones que no pensábamos que estaban relacionadas con un calor excesivo. 

Estos cambios que afectan a la salud mental varían en función de la temperatura y del individuo, pudiendo oscilar desde un malestar ligero a problemas mucho más severos como vemos a continuación. En las personas sin patología previa, estas modificaciones son menos acusadas, pero los que tengan una enfermedad previa, tanto si es física o mental, deben extremar los cuidados para minimizar el impacto de las temperaturas elevadas. 

Efectos negativos del calor

En general, cuando las temperaturas son elevadas nos volvemos más perezosos, sin ganas de hacer nada, el cerebro también se adormece y no se puede pensar con claridad. La conducta de las personas cambia, y puede hacer que la persona se sienta cansada y fatigada, afectando su capacidad para realizar las tareas diarias. Trabajar o estudiar en un lugar con mucho calor hace que el rendimiento sea mucho menor, empeorando la concentración y la velocidad de reacción, aumentando el riesgo de accidentes. 

Para algunos, las altas temperaturas causan una sensación de incomodidad, lo que puede elevar los niveles de ansiedad. Hay un alza de la agresividad, una menor disposición para ayudar. Aumenta el mal humor y la irritabilidad, todo ello afecta negativamente a las relaciones personales. 

También el exceso de calor puede elevar los niveles de estrés y afectar el estado de ánimo de una persona, aumentando el riesgo de depresión. Durante las olas de calor, en las personas con trastornos psiquiátricos pueden aflorar brotes psicóticos e incluso tentativas de suicidio (algunos estudios muestran relación entre altas temperaturas y tasas más altas de suicidios). 

Entre las alteraciones de salud causadas por el calor, una de las más frecuentes es el insomnio. Cuando la temperatura es muy elevada, es casi imposible dormir. Esta falta de sueño e insomnio, puede generar uno o más de los problemas que hemos citado y, además, agravar trastornos psiquiátricos. 

Las altas temperaturas producen deshidratación con pérdida de agua y sales minerales que son necesarias para el correcto funcionamiento del organismo. 

Una deshidratación leve, pérdida de 1-2% del agua corporal, se produce fácilmente y afecta al rendimiento intelectual, disminuyendo la capacidad de concentración y memoria. También el color de la orina nos puede indicar un estado de deshidratación, más oscura es señal de más concentrada.

¿A qué personas afecta más el calor?

El calor extremo puede afectar a cualquiera, pero los ancianos, niños y pacientes psiquiátricos son personas especialmente vulnerables debido a que no les funciona bien el centro termorregulador, son menos eficientes en la regulación de la temperatura, detectan mal el calor y no tienen sensación de sed, por ello el riesgo de deshidratación es muy elevado. En las olas de calor aumentan la incidencia de problemas de salud mental (ansiedad, depresión, trastorno bipolar, cuadros de demencia, etc.) en las personas con trastornos psiquiátricos preexistentes. 

Los ancianos además suelen tener patologías crónicas (enfermedades cardiovasculares, pulmonares o renales) que pueden agravarse también por la temperatura.

Una ligera deshidratación afecta mucho al cerebro. No es raro encontrar ancianos que generalmente estaban cognitivamente bien, y en días muy calurosos, se muestran "desorientados". Al indagar qué les sucede, observamos que la ingesta de líquidos es insuficiente (debido a que no tienen sed y, como suelen tener problemas de movilidad y de incontinencia, restringen más el agua para no tener que ir al baño), y esta "desorientación" se corrige cuando aumentan el consumo de líquidos. 

En algunos casos el calor extremo puede alterar directamente al medicamento que toma o puede influir en el estado fisiológico del paciente que lo consume. Como es el caso de los medicamentos que favorecen la deshidratación (diuréticos), los que aumentan la temperatura corporal (antipsicóticos y algunos antidepresivos), los que afectan a la funcionalidad del riñón (antiinflamatorios) y otros que pueden disminuir la sudoración (antialérgicos). Si se usa alguno de estos tratamientos durante el verano, es aún de mayor importancia seguir las recomendaciones para mitigar los efectos negativos del calor. 

Medidas para mitigar los efectos negativos del calor

Beber mucha agua y otros líquidos para mantenerse bien hidratado y evitar la deshidratación. Mejor beber frecuentemente pequeñas cantidades. Evitar bebidas alcohólicas y con cafeína, ya que favorecen la deshidratación. 

Al principio puede parecer que una bebida bien fría nos ayudará a refrescarnos. Sin embargo, los habitantes de países muy cálidos, y con la costumbre de beber "tés" muy calientes, afirman que las bebidas no deben tomarse frías. Sirva de ejemplo los beduinos, que viviendo en pleno desierto beben té casi hirviendo. La explicación científica señala que, al tomar una bebida fría, el cuerpo necesita gastar energía para adaptarla a la temperatura corporal de 36-37º C., pero si la toma caliente no gasta energía porque ya está a la temperatura adecuada para absorberla y además estimula la circulación de la sangre. 

Usar ropa ligera y de colores claros, que permita que la piel respire y refleje la luz del sol en lugar de absorberla. 

Tomar baños o duchas tibias, utilizar compresas húmedas o un pulverizador de agua para refrescarse la piel. 

Evitar la exposición al sol durante las horas más calurosas del día: especialmente entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde. Usar protector solar, las quemaduras del sol pueden causar deshidratación. 

Ir a lugares frescos, con aire acondicionado, centros comerciales, cines, bibliotecas, etc. 

Evitar hacer ejercicio las horas más calurosas. 

En el domicilio, utilizar ventiladores, aires acondicionados, corrientes de aire, etc., y mantener las ventanas y las persianas cerradas durante las horas de más sol para mantener la casa fresca. 

Especial atención a las personas vulnerables; ancianos, niños, personas con enfermedades crónicas y enfermedades mentales ya que el calor extremo les afecta más.

Dormir bien. Mantener el horario en lo posible. Tener el dormitorio fresco. Recurrir a las técnicas de relajación, como la meditación y el yoga si es necesario para ayudar a reducir el estrés y mejorar el sueño.

Fuente: Artículo de la Dra. Marta Castells, publicado en El Botiquín Natural.  

Nota: La información contenida en este artículo tiene carácter divulgativo y no pretende sustituir el consejo médico. Ante cualquier duda, consulte con un profesional de la salud.

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